Hace 500 años, en la cumbre del volcán Llullaillaco en el norte de la actual Argentina, tres niños convirtieron su morada eterna, posiblemente, en la más alta del mundo. Y lo hicieron cediendo sus vidas, obligatoriamente se comprende, para un ritual que aún hoy sobrecoge y nos enfrenta a los misteriosos ritos antiguos.
Los Niños de Llullaillaco, tres de las momias naturalmente mejor conservadas del mundo, se encontraron en 1999 en los Andes por el antropólogo norteamericano Johan Reinhard, después de una larga investigación, pueden contemplarse por primera vez bajo condiciones especiales en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta, en Argentina.
Los "niños del Llullaillaco" causaron el asombro de todo el mundo, atónitas miradas contemplaron a través de las fotografías difundidas en el mes de abril de 1999 por la prensa, el rostro de ese niño sumergido en un sueño de cinco siglos. Todavía a muchas personas les cuesta creer y se preguntan si las "momias" son de verdad.
El Niño, La Doncella y La Niña del Rayo se muestran al gran público en vitrinas construidas para emular las condiciones en que se encontraron. Una luz muy baja preside la sala, además de estar sometidas a baja presión y a una temperatura en el interior de su urna de 20 grados bajo cero.
Pero la leyenda de estos niños crece y hace estremecer cuando sabemos que fueron víctimas de un ritual, una ofrenda a los dioses que les llevo a ser cautivos del volcán a tan corta edad, parece ser que por su perfección física, en el lugar más cercano posible al sol: en la alta montaña, donde fueron encerrados vivos para convertirse, quizá, en divinidades protectoras.
La Niña del Rayo tenía apenas seis años. Se encontró sentada con las piernas flexionadas y peinada con dos trenzas pequeñas que salen de la frente. Como señal de otro ritual de belleza su cráneo había sido moldeado para obtener una forma cónica.
Las muestras de cabello fueron tomadas de la cabeza y de pequeñas bolsas que llevaban las cuatro momias descubiertas en el volcán de Llullaillaco, en el noroeste de Argentina cerca de la frontera con Chile.
Entre éstas está la llamada Doncella de Llullaillaco de 15 años, descrita como la “momia perfecta” por su extraordinario estado de conservación y que por primera vez está expuesta al público en Salta, Argentina.
“Éstas son los momias mejor preservadas que se han encontrado en el mundo”, dijo a BBC Ciencia el doctor Andrew Wilson, quien dirigió la investigación en la Universidad de Bradford, Inglaterra.
Así, los investigadores pudieron comprender cómo se preparó a los niños para sacrificio durante un período de varios meses.
Se cree que antes de ser elegidos para el sacrificio, los niños se alimentaban con una dieta de vegetales como papas, lo que sugiere según los investigadores, que provenían de familias de campesinos.
Pero una vez que eran seleccionados, se les “engordaba” con una dieta especial durante un período de doce meses antes del sacrificio.
“La dieta de la Doncella, por ejemplo, tuvo un cambio marcado e incluyó maíz, considerado un producto de élite, y proteína, probablemente proveniente de “charki”, la carne de llama seca” señala Andrew Wilson.
“Lo que me parece más escalofriante -afirma Andrew Wilson- es que a pesar de que estos niños no entendían lo que les estaba ocurriendo, alguien del Estado inca ya los había identificado y durante más de un año los preparaba para sacrificarlos”.
Aunque los científicos no saben con certeza cómo murieron los niños, creen que antes de morir se les dio chicha (una bebida alcohólica de maíz) y hojas de coca.
Posiblemente esto fue para aliviar los síntomas del mal de altura y para “anestesiarlos” ante la muerte.
Los científicos encontraron evidencia de metabolitos de coca en el cabello de las víctimas, particularmente en la Doncella, que tenía altas concentraciones de éstos.
Se cree que tanto la Doncella como otra de las niñas murieron de frío cuando caminaban hacia la cumbre de la montaña.
Estudios pasados descubrieron que otra de las momias, el Niño de Llullaillaco, de siete años, tuvo al parecer una muerte particularmente terrible. Su ropa estaba cubierta de vómito y diarrea y en la cara muestra una expresión de terror.
Se cree que su muerte fue causada por asfixia aparentemente provocada por un manto de tela amarrado a su cuerpo con tanta fuerza que le rompió las costillas y le dislocó la pelvis.